La autoestima.

El ser humano es egoísta por naturaleza, lo llevamos en los genes; y no crean que es algo negativo, al revés, si no fuera así, seguramente no viviríamos mucho tiempo.

Nacemos egoístas para aprender a conocernos, a nosotros mismos y a nuestro entorno. De esta manera, conforme vamos evolucionando ese egocentrismo va tornándose en altruismo, pero nunca dejaremos de ser un poco egoístas a lo largo de nuestra vida.

Carlos Hué (Doctor en Psicología) afirma que "La persona antes de querer a otros, tendrá que quererse mucho a sí misma".

El concepto de autoconocimiento, al que hago referencia, es uno de los elementos que conforman la autoestima, la cual se podría definir como la valoración que hacemos de nuestro propio ser. El conocimiento propio, la valoración de uno mismo, el conocimiento emocional, la acción y la motivación personal son todos los elementos que conforman la autoestima.

La importancia de este concepto reside en constituir la base de un desarrollo armónico del ser humano, es un sentimiento que se desarrolla desde la infancia y cuyo proceso ayuda a construir nuestra personalidad, nuestra forma de relacionarnos con el entorno, en definitiva, parte esencial de nuestra inteligencia. Expertos como Daniel Goleman, afirman que el éxito de una persona se apoya en el 20% de su CI y en el 80% de sus habilidades emocionales.

Las personas con una alta inteligencia emocional tienen una autoestima equilibrada, tan perjudicial es tenerla extremadamente alta (soberbia) como muy baja.

Entendiendo el término de Inteligencia Emocional como la capacidad de conocer y utilizar de forma eficaz tanto las emociones propias como aquellas de los demás. Pero llegados a este punto, me gustaría aclarar varios aspectos.

La inteligencia emocional no supone que una persona tenga que llorar por todo, que exagere sus emociones, que no sepa defender sus derechos por justificar siempre lo que hacen los demás, al revés, es una habilidad, una capacidad que nos ayuda a desarrollar la sensibilidad, a conocer nuestras emociones y las de los demás; a controlar las emociones dentro de unos parámetros normalizados (cuando hay que llorar se llora y cuando hay que reír se ríe); a reafirmar nuestros valores sin agresividad frente a los otros y a mantener un nivel de activación eficaz para lograr las metas que nos hayamos trazado en la vida.

Siendo la autoestima la base de la armonía del desarrollo general de la persona, desde la familia se puede ayudar a fomentar su formación, teniendo en cuenta los siguientes aspectos:
  • Cuidado con el vocabulario que empleamos, se debe evitar, o por lo menos restringir, el uso de "eres...", "no tienes...", amenazas, comparaciones, etc. Cuando reprochen algo, refiéranse a una conducta concreta, no generalicen. Sea firme pero con respeto.
  • Escuchando al niño/a de una manera activa, interesándonos por lo que nos cuenta, dejar que hablen y se expresen, seguro que cuando sean adolescentes lo echaréis en falta.
  • Se puede ayudar al conocimiento de las emociones aprovechando cualquier situación emocional y así enseñarles el nombre de las más sencillas al principio, aquellas que puedan entender (tienes vergüenza, estás contento, triste, asustado, enfadado, ...), para poco a poco ir introduciendo otras más complejas y los distintos grados de las mismas (muy, poco, medio, algo, ...).
  • Cuando el niño/a haga algo, es mejor alabar el proceso (te has esforzado mucho, cada día lo haces mejor, etc.) que el resultado. Tampoco hace falta hacer una fiesta o llamar a la banda de música cada vez que el niño haga algo, los halagos se pueden transmitir con alegría pero con naturalidad.
  • Favorezca la actividad física como disfrute y nunca como competición contra otro y de nuevo, atender al proceso (qué tal lo has pasado, había mucha gente, te ha gustado el campo, cómo eran los vestuarios, con quién has jugado, conocías a alguien del otro equipo, etc.) no al resultado final.
  • Sea un modelo positivo, siendo usted excesivamente duro consigo mismo o muy pesimista respecto a sus propias capacidades, le transmite un mensaje negativo que calará poco en la personalidad del niño.
Fuente:
Hué, C., (2006), Pensamiento Emocional. Un método para el desarrollo de la autoestima y el liderazgo, Mira Editores.
Goleman, D., (1996), Inteligencia Emocional. Editorial Kairós. 
Mora, M. y Reich, R.M., (2005), Autoestima. Editorial Síntesis.

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